lunes, 7 de marzo de 2022

NOSTALGIAS

A Inocencia, a las niñas de la guerra.




 











Nunca tuvo la risa de niña

adornando su boca de fiesta,

construyendo castillos de barro,

revolcando su cuerpo en la tierra.


Nunca tuvo un cordón de colores

sujetando una blanca cometa,

ascendiendo al espacio infinito

en un cielo poblado de estrellas.


Su niñez se esfumó entre las sombras

entre campos de guerra y bombas,

con cunetas sembradas de cuerpos

y un  entorno de horror y miseria.

Nunca tuvo ventanas abiertas

a los sueños y las fantasías,

fueron tiempos de supervivencia

y una infancia atrapada y perdida.

Fue su escuela la cola del hambre 

y sus libros paisaje en ruinas,

con soldados de la zona roja

que valientes salvaron sus vidas.


Aunque el tiempo arrugó sus manos

y su cuerpo sufrió mil heridas

aún retiene viva en su memoria

esa infancia robada de niña.


Esa luz que ilumina aún sus ojos

es la llama que sigue encendida,

que no tiene la chispa del fuego

pero expande calor todavía.


Ella  quiere plantarse en la tierra

cuando sienta que ya no está viva,

transformar en raíces su aliento

y en un árbol frondoso su vida.


Quiere un cuerpo de ramas y hojas,

que sea fuente de nueva energía

en la calle, en el campo, en el bosque

aportar nuevo ciclo a otras vidas.


Quiere un mundo de infancias felices

construyendo sus blancas cometas,

que sus bocas repletas de risas

cierren paso a todas las guerras.

 

Dagdasulis


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